lunes, 16 de septiembre de 2013

Aventuras por el Viejo Mundo (capítulo 12)


Duodécima entrada
Fortificación arrebatada


Tras días de ataques nocturnos prácticamente continuos por fin estábamos llegando a la fortificación que creíamos era Karak-Azrizungol. Días antes, justo antes de salir de las montañas inspeccionamos el horizonte para orientarnos. Desde nuestra elevada posición pudimos contemplar en la llanura tres cosas: al noroeste, a unos cien kilómetros se elevaba un inmenso zigurat y tan negro que se hacía imposible distinguir dónde terminaba su estructura y dónde empezaba la columna de humo que desprendía. Al oeste, Karak-Azrizungol, o eso pensábamos dadas nuestras referencias y por último, al este, una solitaria montaña que debía ser el Monte Lanza de Plata. Nuestro viaje estaba por fin a punto de concluir.

Cuando salimos de las montañas, las noches siguientes fuimos atacados por varios grupos de Skaven, ratas enormes con de apariencia humano, o más bien eran hombres encorvados con aspecto de roedor sarnoso. Gorkul, el tabernero del barrio enano de Nuln cuyo hijo habíamos venido a buscar ya nos había puesto sobre aviso acerca de lo reales que eran los Skaven, y estábamos preparados. Toda la vida me habían dicho que eran cuentos para asustar a los zagales, y que de haber existido, los enanos habrían dado cuenta de semejante raza mucho tiempo atrás. Sin embargo pude comprobar lo veraz de las leyendas con mis propios ojos. Realizaron todos sus ataques durante las dos primeras noches. Pudimos dar cuenta de casi todos ellos las primeras veces, ya que aunque nos superaban en número por mucho, en cuanto hacíamos caer a algunos de ellos simplemente huían corriendo.



La última de ellas fue mucho más violenta. Se nos echó encima un regimiento entero de hombres-rata apoyados por un extraño armamento que relucía con un halo verdoso. Grotón llevaba tiempo con el estómago vacío y se lanzó sin ningún miramiento sobre el mayor de grupos de skaven, logrando detener su avance. Heimrich se sorprendió al ver que las energías mágicas siempre presentes en mayor o menor medida, no solo se arremolinaban sobre él sino que también lo hacían sobre un extraño hombre-rata que profería incomprensibles chillidos a los encargados de portar el extraño aparato de guerra. Heimrich decidió jugársela a una carta a una carta y fijó su mirada mágica sobre el artefacto, el cual estalló en una inmensa bola de fuego verdoso con forma de hongo que arrasó por completo uno de los grupos de hombre-rata. Me quedé atónito cuando vi salir disparado hacia el cielo al skaven con habilidades mágicas, dejando tras de sí una estela de color verde brillante como los cohetes en las fiestas de Bilbali. Mientras tanto yo acababa uno por uno con los skaven que huían para que no nos causasen más problemas en el futuro.

Al otro lado, Grotón no parecía mostrar cansancio alguno mientras la pila de skaven muertos iba en aumento, aunque llevaba ya varios cortes de los cuales manaba sangre. Finalmente de entre los últimos skaven surgió un hombre-rata mucho más corpulento que el resto ataviado con una gruesa armadura. El horripilante ser había llevado a la muerte a decenas de sus compatriotas con la única intención de cansar al ogro y así poder acabar con él con mayor facilidad. La pericia del hombre-rata con su espada parecía estar a la altura que la de Grotón, tal vez incluso era ligeramente superior. Sin embargo carecía de la fuerza demoledora de Grotón y tras asestarle un duro golpe contra la espada del oponente, el skaven quedó desarmado y finalmente fue aplastado sin piedad alguna contra el suelo. El resto de sus seguidores salieron corriendo o acabaron muertos, y Grotón comenzó a llenar su saco con los cuerpos de los hombres-rata que habían ardido junto con el inverosímil dispositivo de guerra.

Desde entonces, nuestra travesía hacia Karak-Azrizungol se había convertido en un agradable paseo. Al llegar a la fortaleza vimos ondeando un estandarte con una imagen que no había visto nunca: un pedestal hecho de cráneos de muchas razas a parte de la humana en una tierra negra y sobre este, un inmenso toro de piel rojiza que tenía alas como las de un murciélago. La fortaleza aparentaba estar desierta aunque no mostraba gran señal de abandono. Decidimos inspeccionar el exterior y descubrimos que la parte trasera de la fortificación había sido agujereada enormemente, seguramente por el impacto de algún tipo de cañón enorme.

Las salas que podían verse desde la llanura habían quedado completamente destrozadas, como si lo que impactó en el muro exterior hubiese consumido también el interior de las estancias. Subimos apoyándonos en las piedras destrozadas. Una vez arriba, Grotón ascendió a los ponis tras atarlos con una cuerda, Heimrich se dirigió a examinar la enorme bola de cañón incrustada en la pared de una de las habitaciones y yo inspeccioné la zona en busca de posibles enemigos. Tras realizar un breve ritual mágico Heimrich nos advirtió que no se nos ocurriera acercarnos a la bola ya que albergaba un demonio en su interior. Sin ser un entendido en la materia, comprendí rápidamente que esa era la razón por la cual las paredes de piedra de ambas salas presentaban aquel aspecto de haber sido fundidas además de destrozadas.



Al acceder al pasillo observamos los restos de la batalla que había tenido lugar en su interior. Encontramos los cadáveres de varios enanos junto a una inmensa pila de cuerpos de muchos más hobgoblins, además del cadáver de una criatura que aparentaba ser una especie de de centigor, pero con un esperpéntico torso de enano endiablado. A pesar de que todos aparentaban haber muerto hacía días, éste todavía presentaba una brutalidad maléfica en la expresión de su cara y en su postura. También encontramos los cuerpos sin vida de un enano con una heráldica distinta a la del resto. Sin embargo, este último presentaba un ligero parecido con el enano que vimos en el peaje hobgoblin, aunque no tenía un aire tan diabólico como aquel y presentaba unas expresiones en su rostro que reflejaban cierta paz, como si un brutal tormento hubiese terminado. Recogí de su cuello un colgante con el mismo emblema que vimos en el portón de entrada; tal vez alguien sepa algo de estos misteriosos seres.



Tras abastecernos con el mejor armamento que encontramos continuamos avanzando por el pasillo, en dirección a la izquierda. Grotón miraba fascinado el trabuco enano que tenía entre sus enormes manos y que Heimrich había encontrado anteriormente. La verdad, resultaba imponente y a la vez cómico ver al ogro manejar un trabuco a una sola mano, aunque fuese hecho por enanos. Llegamos a una puerta que Grotón tuvo la amabilidad de abrir con un sonoro mazazo. Comenzamos a escuchar un sonido de fábrica, motivo por el cual probablemente nadie pudo escuchar el estruendo de la puerta derribada. A medida que avanzábamos el ruido del constante martilleo se elevaba cada vez más.

Comenzamos a descender lentamente por una escalera de caracol. Ésta conducía a la parte superior de una fundición, pero no estaba siendo utilizada por enanos. Al menos, no directamente. La forja se extendía varios centenares de metros y estaba colmada de hornos y de esclavos de varias razas que los hacían funcionar. La inmensa marea de esclavos atados con cadenas estaba dividida en secciones de veinte individuos y cada sección era dirigida por un capataz hobgoblin. Y por encima de estos, por cada cuatro hobgoblins había un superior enano endiablado que los dirigía. En total contamos veinticinco de esos enanos. Se confirmaron así nuestras sospechas de que efectivamente, los enanos y los pieles verdes tenían un pasado juntos, y de que había más de un tipo de enano; algo que prácticamente todo el mundo desconoce.

Decidimos regresar a la parte superior. Era un suicidio adentrarse más profundo, de modo que volvimos sobre nuestros pasos y esta vez tomamos el pasillo hacia la derecha. Descendimos por un corredor y nos topamos de bruces con los restos de otra batalla. De nuevo encontramos cuerpos desangrados de enanos, hobgoblins y el cuerpo de otro de esos extraños enanos, pero diferente. Al igual que su compañero, tenía el aspecto de un enano que había partido al más allá tranquilo y con todos sus quehaceres realizados pero había sido petrificado desde los pies a la cintura. Heimrich parecía que no ganaba para sustos mientras se preguntaba qué horrible maleficio podía haber hecho mella en un enano de esa manera tan insólita. Con un simple vistazo a la sala nos percatamos de que había sido saqueada. Resaltaban claramente los huecos de los martillos que habían sido descolgados de sus respectivos embellecedores en las paredes.

Cuando entramos en la siguiente habitación me alegré de que Grimnioz estuviese muerto. No quiero ni imaginar su reacción de haber visto lo que nosotros. El Rey Enano de la fortaleza había sido asesinado y claveteado a su trono. Mientras Grotón y yo sacábamos al Rey Enano de su tétrico soporte y lo colocábamos en una postura más digna, Heimrich encontró un pedazo de lo que seguramente era el Libro de la Verdad de las sacerdotisas de Valaya que habitaban en la fortaleza. Grotón percibió en el aire un firme olor a hobgoblin que procedía de una escalera de caracol que ascendía por una estrecha torre.

Preparados para una posible emboscada comenzamos a avanzar por la angosta escalera de piedra. Mientras subíamos nos íbamos encontrando con sangre de hobgoblin relativamente reciente, hasta que finalmente nos topamos con una gruesa puerta de metal cerrada. Saqué de mi jubón los utensilios de cerrajero y me dispuse a intentar abrir la pesada puerta. Es cierto que en los oficios que he ido aprendiendo a lo largo de mi vida no se encuentra el de cerrajero, pero ya había abierto alguna que otra puerta con anterioridad. También es cierto que no tengo una gran intuición, pero sí que la tengo para saber cuándo me están apuntando a la cabeza con un arma. Alcé la mirada y tras posar la vista sobre una mirilla disimulada en la puerta comprobé que tras ella estaba colocado el agujero de una escopeta. Afortunadamente, el sonido que lo siguió fue el de una voz y no el de un percutor.

2 comentarios:

  1. Aunque no va demasiado con la entrada, quería comentarte que ahora vi que te registraste al foro que tenia antes del blog, que esta más muerto que Nagash xD

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    1. ¡Buffff! ¡Cuánto hace de eso, por el amor de Khorne! xDD

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