miércoles, 22 de agosto de 2012

El que huye hoy... (relato clásico)




Trotvile agitó su cola de forma nerviosa. No le gustaba aquella nube baja ni un poco. Si el ejército humano incluía criaturas voladoras como se rumoreaba, no serían capaces de verlos venir hasta el último minuto.

Él y los cuatro equipos jezzail bajo su mando estaban posicionados en lo alto de una colina rocosa al oeste del campo de batalla. Pudieron ver a las valerosas fuerzas Skaven en la llanura que había bajo ellos, trabadas en combate con el ejército Bretoniano. Un enorme regimiento de guerreros de clan había cargado hacia el centro del ejército enemigo, y podía ver el estandarte del Señor de la Guerra ondeando arriba y abajo en la refriega. A la izquierda del conflicto central, una unidad de alimañas se había trabado con un regimiento de caballería. Los guerreros humanos de blanda piel estaban completamente cubiertos en armaduras de metal – los más débiles – para desgracia de las poderosas alimañas, que solo estaban protegidas por su duro pellejo negro.

A la derecha, otra unidad más pequeña de caballeros montados viraba hacia la base de la colina. Throtvile dio la orden de disparar y los cuatro equipos de jezzail lo hicieron al unísono. Agitó una de sus garras y tras disipar el apestoso humo observó que dos de los caballeros habían caído y que el resto habían detenido su avance mientras intentaban poner a los caballos bajo control. Los equipos jezzail chillaron con excitación mientras recargaban sus armas y se preparaban para volver a disparar. Los bigotes de Throtvile se erizaron de orgullo mientras la siguiente oleada de disparos lograba abatir otro caballero y el resto de ellos daban la vuelta y huían. ¡Cómo recordaría este glorioso día! Había hecho retroceder con una sola mano (bueno, casi) aquel enorme regimiento de caballería enemiga y...

- ¡Por Dios y por el Rey! - Throtvile se quedó tan sorprendido que estuvo a punto de dejar caer su espada. Un caballero completamente acorazado a lomos de un brillante pegaso blanco que batía sus alas descendió desde las nubes. Detrás de Throtvile los equipos jezzail se encogían atemorizados. - ¡Fuego-fuego! - espetó mientras se echaba al suelo. Demasiado impresionados por la situación como para retroceder, los equipos jezzail alzaron sus armas y las dispararon con violencia. Siguió una sucesión de ensordecedoras explosiones y un grito de dolor. Throtvile levantó su hocico y observó nerviosamente. El pegaso yacía en el suelo con un ala rota mientras manaba sangre de sus heridas. El caballero yacía inmóvil en el suelo junto a él. Corrió hacia delante envalentonado, pero detuvo en seco su avance cuando el caballero se levantó sobre sus propios pies, alzando su pesada espada en el aire. El viejo dicho Skaven “el que huye vivirá para luchar otro día” pasó velozmente por la mente de Throtvile, que se volvió sobre su cola y corrió.

7 comentarios:

  1. este relato no es creíble en absoluto todo el mundo sabe que valeroso y Skaven son dos palabras incompatibles XD (como bien demuestra el amigo Throtvile), por cierto ¿de donde sacas los relatos?

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    1. Este en concreto es del libro de ejército Skaven de 4ª ed.

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  2. ¿No debería ser "por la Dama y por el Rey"? :p

    Gracias otra vez por estas grandes piezas de trasfondo. Pequeñas en extensión, sí, pero capturan toda la esencia de Warhammer.

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    1. Exacto, "Por la dama y el Rey". Mi asistente Skaven está siendo torturado por ello :P

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