jueves, 19 de julio de 2012

Construir en Bretonia (relato clásico)




Gilles de Brionne, el más famoso constructor de castillos del reino, estaba examinando sus planos y observando el viejo portón del castillo mientras negaba con la cabeza. El Barón le había ordenado remodelar el castillo siguiendo las últimas tendencias, pero estaba empezando a replanteárselo, pues el coste estimado por Gilles era muy superior a lo que esperaba.

-No sé qué problema veis con el viejo baluarte-se quejaba el Barón.

-Es demasiado pequeño, mi señor, como puede comprobarse con este sistema infalible para calcular las dimensiones exactas que debe tener el baluarte.

-Me lo tendréis que explicar mejor-dijo el Barón.

-Vos deseáis que una columna de caballeros montados pueda atravesar las puertas en fila de a dos y con las lanzas levantadas, ¿cierto?-preguntó Gilles.

-Así es-replicó el Barón-¡Hemos de ser capaces de efectuar una salida por ese portón con las tropas montadas!

-Es bien sabido, señor, que un caballero montado con la lanza vertical tiene una altura de una vez y media la longitud de la lanza. Por tanto, el arco de la puerta debe tener una altura de al menos una lanza y media. El puente levadizo debe cubrir totalmente la puerta una vez levantado, por lo que también debe tener una longitud de una lanza y media. Por tanto, el foso debe ampliarse hasta que tenga una lanza y media de anchura. Y lo que es más importante: el rastrillo debe levantarse completamente para no impedir el paso, por lo que en total, el baluarte debe tener el doble de altura que el arco de la puerta. Todo ello nos da una altura de tres lanzas para el baluarte, y los bastiones que lo flanqueen deben tener al menos una lanza más de altura. En consecuencia, el nuevo baluarte debe tener el doble de altura que el viejo.

-Entiendo-dijo el Barón-¿Y cual será el coste total?

-Lo he estimado en veinte barcazas de piedra y doscientos días de trabajo, divididos entre cinco albañiles, lo que al precio actual hacen un total de quinientas coronas de oro. Eso, evidentemente,
sin incluir mis propios honorarios, que todavía debemos acordar.

-¡Que venga el Comendador!-ordenó el Barón. Unos instantes después llegó el Comendador.

-¿Me habéis llamado, mi señor?

-Sí.-dijo el Barón-Doblad los diezmos para este año, Gastón. ¡Y suspended el torneo!

-¡Pero mi señor, este año la cosecha ha sido muy mala, y el torneo ya ha sido pagado!-se lamentó el Comendador.

-Entonces-gritó el barón-¡Llamad al Castellano!-el Castellano se apresuró a acudir- Alain, tengo una misión muy importante para vos-sonrió el Barón dándole unos golpecitos en la espalda- Tenéis que acortar las lanzas.

4 comentarios:

  1. El relato parece sacado de la misma película que la foto, jeje

    ResponderEliminar
  2. Jajaja que comicos son estos Bretonianos, tiene una locura amable que se refleja en su dia a dia.


    Gracias por el relato Yibrael.

    ResponderEliminar
  3. Hay que reconocer que los nobles bretonianos saben adaptarse a cualquier situación. xD

    Muy buen relato, si señor.

    ResponderEliminar
  4. Los bretonianos siempre dan mucho juego, tan medievales ellos xD

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...