sábado, 17 de septiembre de 2011

Gutrog el Matazanoz (relato clásico, parte 1)


Los gretchins se apretujaron unos contra otros nerviosamente en el exterior del cercado de acero. En el interior podían oírse unos ensordecedores gruñidos, y de vez en cuando el batacazo de algo grande y pesado que se lanzaba contra la pared. Por debajo de la puerta se filtraba un apestoso líquido amarillo, el cual se escurría por el suelo hasta la iluminada sala que había tras la puerta.

-¡Entraz de una vez, kobardikaz!-gritó una voz gutural desde el otro lado de la puerta abierta- ¡Gutrog eztá ezperando y mi zoplete ze eztá enfriando!

Los gretchins, estimulados así para entrar en acción, agarraron al más pequeño de ellos y lo arrojaron por encima de la valla del cercado. Hubo un breve silencio de muerte. Podía haberse oído la caída de un alfiler. De repente, hubo un estallido de sonido y furia, y los gretchins vieron aterrorizados como el destrozado cuerpo de su colega salía volando del cercado, aterrizando en medio de un patético charco de sangre en el suelo.

El proceso de selección democrática continuó, y el siguiente gretchin más pequeño vio como le ayudaban a entrar en el cercado. Nuevamente hubo un breve silencio sepulcral, seguido esta vez de un agudo grito de miedo, algunos sonidos de engullir verdaderamente impresionantes y una deyección bastante líquida de flatulencias.

El tercer voluntario al menos luchó de forma decente, pero también él salió despedido por encima de la pared. El suelo tembló bajo unas pesadas pezuñas y a continuación pudieron oírse algunos sonidos débiles de chapoteo.

Los dos gretchin que quedaban limpiaron la sangre verde que les había salpicado la cara y se miraron mutuamente con intenciones claramente malignas.

Resolvieron su dilema al ver aparecer a un enorme orko Matazanos que traía un gigantesco martillo en una mano y un snotling que se debatía salvajemente en la otra.

-Voy a entrar a rezolverlo a mi manera-dijo, y señaló significativamente al cercado. Los dos gretchins se apoyaron obedientemente en la pared y doblaron el espinazo. El orko colgó el martillo de su cinturón, cogió al snotling con los dientes, subió por la espalda de los gretchins y saltó por encima de la pared.

Los gretchins se incorporaron y esperaron expectantes en la puerta. Oyeron: "Ey, chiko, ñam, ñam, groumpf, groi...*CLANK*", y el sonido de un cuerpo grande y pesado cayendo al suelo.

Los gretchins levantaron rápidamante las barras de hierro que mantenían la puerta cerrada.

El matazanoz salió orgullosamente del cercado volteando el gigantesco martillo alrededor del pulgar. Se giró para mirar a uno de los gretchins a la cara, golpeando distraídamente al otro en la mandíbula con el martillo. El gretchin cayó inconsciente al suelo.

-Ningún problema-dijo presuntuosamente-Llevazlo a la zala de operazionez y atadlo a la meza.

El gretchin miró con curiosidad, pero cautelosamente, a través de la puerta del cercado, y vio un enorme jabalí inconsciente, tumbado sobre uno de sus costados. De su boca salía el brazo de un snotling, y en su cara porcina había una expresión de gran sorpresa.

(IR A LA SEGUNDA PARTE)

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