domingo, 6 de marzo de 2011

Trasfondo de Warzone y Mutant Chronicles (3: La llegada de la oscuridad)

Sigo con la tercera parte de la historia de Mutant Chronicles:

LA LLEGADA DE LA OSCURIDAD
La guerra rugió por todo el Sistema Solar. Las Megacorporaciones utilizaron terribles armas de destrucción masiva para atacarse las unas a las otras, y cada día las bajas de las cuatro aumentaban. Enormes ejércitos asolaban los planetas terraformados hacía apenas dos siglos. La guerra continuó durante años.


En Luna surgió un hombre, un predicador que clamaba contra la guerra fratricida en la que estaban envueltas las corporaciones, y hablaba de un mal mucho mayor que estaba por llegar, algo peor que las peores pesadillas de la humanidad. Se llamaba Nathaniel Durand. El poder de su oratoria convencía a muchos, y pronto tuvo miles y miles de seguidores, extendiéndose su mensaje por toda Luna y por los demás planetas del hombre. Durand era capaz de obrar milagros: sanaba a los enfermos y era capaz de leer las mentes.  En una época oscura y sufriendo el azote de la guerra, la gente estaba necesitada de esperanza, y Durand prometía esperanza.


Los exploradores de Imperial regresaron al décimo planeta, para analizar la Lápida. Esperaban poder darle un uso como arma, y esta vez regresaron en mayor número: un centenar de hombres armados, con vehículos de apoyo y un potente transmisor de datos que vertía un chorro de información directamente al asteroide Victoria, sede de la corporación Imperial. Fuese lo que fuese lo que había acabado con los exploradores diez años atrás, no iba a poder contra este ejército.


Encontraron la Lápida en el devastado suelo de Nerón, así como la nave y el taladro de la anterior expedición, pero ni rastro de los cuerpos. En su impaciencia, se acercaron demasiado a la Lápida, sin darse cuenta de que estaban rompiendo una fina línea de sal que dibujaba un amplio círculo en torno a la lápida. La oscuridad se arremolinó, y entonces la vieron. Era alta y hermosa. Tenía la piel blanca como el alabastro, y en sus ojos se podían contemplar mundos distantes.
Aunque habían pasado diez años, la sangre aún estaba fresca en sus labios. Y, aunque no dijo una sola palabra, todos supieron su nombre. Era Ilian, la Dama del Vacío, Primer Apóstol del Alma Oscura.


Tras ella surgieron sus legiones: cubiertos con ornamentadas armaduras y portando armamento extraño, sorprendieron a los soldados de Imperial. Fue una masacre.


En Luna, Nathaniel Durand sintió la llegada de la oscuridad, y lloró sangre. Era la hora. Mandó un mensaje a las Megacorporaciones: Debían unirse para enfrentarse a la Oscuridad, o la llama de la humanidad se extinguiría.


Una tras otra, Mishima, Imperial, Capitol y Bauhaus, las cuatro Megacorporaciones, ignoraron a Durand.

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